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Control biológico, Voces

En esta campaña, como viene siendo habitual (recordar que el año pasado la crisis se produjo en pepino), los meses de inicio han sido complicados. La extensión del verano hacia el otoño, y los cambios bruscos de temperatura, han acelerado las cosechas en semanas y quincenas determinadas. Como ejemplo, este octubre la temperatura media ha estado casi un grado por encima de la del año pasado, llegando a ser 3 grados superior en la semana 43.  Como consecuencia, la producción ha sido mayor si la comparamos con el año anterior: un 15% de media para los meses de septiembre y octubre. En determinados cultivos esta variación fue más alta: rondando el 30% en berenjena y calabacín. Como consecuencia los precios han caído casi de forma generalizada: a comienzos de noviembre un 20% en pimiento y un 40% en berenjena y calabacín, respecto al año anterior.  La bajada de la temperatura en la segunda quincena de noviembre ha ayudado a desahogar la situación, pero no a solucionarla por completo, ya que otros productos están mostrando debilidad.

El equilibrio habitual de cultivos se rompe

Por el lado estructural, el panorama se agrava como consecuencia del “transvase” entre determinadas hortalizas, algo que está rompiendo el equilibrio habitual. El incremento de costes (el más destacado la mano de obra) está provocando que el cultivo de tomate se dedique a otras hortalizas, a priori, más rentables. Las previsiones al comienzo de campaña hablaban de un descenso de la producción de tomate en un 7%, compensado con un aumento del pimiento del 5%, del 9% en berenjena y del 11% en calabacín. Este es un ejemplo claro de cómo decisiones, en principio no conectadas, pueden provocar graves consecuencias en el campo si no se contemplan los efectos sistémicos.

Pero también se nos olvida, que existen otros acontecimientos que veladamente están haciendo mucho daño. Ya nadie habla del veto ruso, pero sin embargo la producción va a parar a los mercados europeos año tras año, agudizando la sobreoferta, mientras que Turquía, Marruecos e Israel se han apoderado de un país con un potencial enorme.

Por otro lado, el entorno macro: primero el Brexit, cuyas consecuencias pueden ser mayores de las que prevemos ya que Reino Unido se está preparando estratégicamente potenciando la importación Marroquí a través de sus puertos; las políticas proteccionista, que nos impiden acceder plenamente a los mercados de Norte América; Mercosur, que paradójicamente beneficiará la entrada de producto en los puertos de Reino Unido y Holanda, por ejemplo de melón. Y Por si fuera poco, se habla de una desaceleración económica que puede hacer que se reduzca el consumo en toda Europa. Recordemos que hubo una bajada de precios estructural muy relevante durante la crisis de 2007. Por si fuera poco, acecha el cierre de fronteras con Francia debido a la crisis catalana.

¿Cómo nos influye la competencia?

Otro aspecto es la competencia creciente, por ejemplo, holandesa, en los solapes de la campaña almeriense, que cada vez se extiende más hasta prácticamente el inicio de la navidad: temperaturas más templadas en el norte de Europa y las nuevas técnicas de cultivo, favorecen este hecho.

En cuanto Marruecos, con calendario idéntico, en la mayoría de los casos calca los problemas existentes en Almería, aumentando la sensación de sobreoferta. Al ser Almería el dominador del mercado importador europeo en estas fechas (en octubre y noviembre tiene el 55% de cuota en berenjena y pimiento, o 60% en calabacín), traslada la crisis al resto de zonas exportadoras, haciendo bajar las ofertas de precios y agravando aún más la situación.

Sin embargo, la competencia no es solo internacional. En el caso del pimiento, en los primeros 8 meses de 2019, Murcia ha incrementado sus exportaciones un 27%. Pero hay más, las importaciones españolas de pimiento procedentes de Marruecos subieron un 23% en la última campaña y un 9% en lo que llevamos de año (España es el principal destino, por delante de Francia). El comprador prioritario ha sido Murcia; de hecho las importaciones marroquís suponen ya el 30% de las exportaciones murcianas. Almería es el segundo destino. Pero es que en tomate, las importaciones españolas de Marruecos están disparadas. En los 8 meses de 2019 (especialmente en agosto) el incremento es del 15%, ya han entrado en España 110 toneladas, claramente con un destino de reventa: el comprador principal es el mayorista barcelonés y madrileño, y en menor media el comerciante almeriense y murciano.

Posibles soluciones

Las soluciones no son fáciles y  ninguna es a corto plazo. Lo primero es conseguir una unidad de acción de las empresas y agricultores. La situación de descontrol en origen proporciona una excusa a los clientes para buscar aprovisionamientos alternativos.  En este sentido, se deben apuntalar los programas con los clientes e intentar mantener los calendarios de venta que ya tenemos, si para eso es necesaria una mayor colaboración comercial, esta debe potenciarse; especialmente preocupante es el tomate.

Por otro lado, debemos ayudar a que la industria auxiliar innove para el propio sector con el objetivo de proporcionar una diferenciación adaptada a la zona. No que transfiera el modelo. Sistemas de cultivo más sostenibles, por ejemplo, con empleo de las energías fotovoltaicas, soluciones fitosanitarias adaptadas al control biológico, o material vegetal con más sabor, son la prioridad. El producto ecológico en tomate es una oportunidad, que se debe cuidar, ordenar y no desaprovechar. Todo esto nos permitirá mantener el producto almeriense en el lineal por encima del producto no local (extra-europeo de Marruecos), algo que todavía sucede.

Con respecto a Holanda, llevamos 10 años hablando de crisis, pero sin embargo, no termina de caer. Yo creo que es hora de que Almería se haga fuerte en los meses de solape y que termine definitivamente de expulsar su producción propia, por ejemplo, en pimiento, pero también en pepino y el resto de productos.  La relación comercial es necesaria para evitar que busquen alternativas.

Por último, no hay que olvidar el entorno macro en el que nos movemos. En cualquier caso, alinearnos con él y programar alternativas. La administración debe trabajar para aclararlo, favorecer los intereses comerciales del sector agrícola y aplicar estrictamente la ley. Y por supuesto dar soluciones a los problemas generales, que se apuntan al debe del sector sin razón y que perjudican su imagen frente al cliente.