Elena Funes, abderitana y corriendo entre sus venas sangre de agricultores, ha logrado aunar dos mundos, en principio tan distantes como la moda y los invernaderos, pero que en ella han confluido de forma vital y quizás, a partir de ahora, de una forma profesional con su colección Agricostura.
Elena ha conseguido sacar provecho de muchos de los materiales usados en el invernadero para presentar su trabajo de fin de grado superior de Diseño de Moda obtenido en Granada.
En esta entrevista nos cuenta sus orígenes, sus fuentes de inspiración, su conocimiento sobre los cultivos de invernaderos y cómo surgió confeccionar unos diseños de alta costura a partir de los materiales.
Elena Funes, un valor de futuro en el diseño de la moda, a quien, desde AenVerde, deseamos mucha suerte y éxitos con estos dos apasionantes mundos que ha sabido conjugar con gusto y maestría.
Cuéntanos algo de ti y cómo te enfocaste hacia la moda
Nací en Adra, en Almería. Desde pequeña, siempre me había interesado por todo aquello relacionado con el arte. Tenía una mente inquieta y creativa. Dibujaba constantemente, y siempre sentía mucha curiosidad por todo lo que me rodeaba. Tenía una extraña obsesión por dibujar sirenas y seres inspirados en el mar. Quizá por haber nacido en una tierra donde hay playas estupendas. Es un lujo pertenecer a este enclave geográfico.
Por otra parte, como muchas madres y muchas abuelas, las mías cosían y tejían ropa. Las habían educado para ello. Era costumbre pasar tiempo, sobre todo en las tardes de verano, con mi abuela o mi madre, viendo cómo ellas hacían maravillas con sus manos. De una forma u otra, ellas también proyectaban su propia creatividad.
Quizá por todo ello, comencé una carrera relacionada, Arquitectura. Estuve cursando algunos años de la misma. Aprendí muchísimas cosas que me fueron muy útiles. Desarrollé capacidades para entender el espacio, la geometría, el pensamiento crítico y la visión transversal. Me ayudó a abrir la mente, a no despreciar ningún tipo de conocimiento.
Posteriormente, se implantaron en Granada (donde fui a estudiar Arquitectura en primer lugar) las Enseñanzas Artísticas Superiores, entre las que se encuentra el Grado en Diseño de Moda. Me hallaba en un punto en el que la Arquitectura no satisfacía mis expectativas. Mi perfil creativo no encajaba ahí. Necesitaba desarrollarme, pero estaba claro que no iba a ser construyendo edificios. Después de meditarlo durante un tiempo, decidí dar el salto. Desde entonces, han sido cuatro años de realización plena a nivel personal y profesional, que me han permitido llevar a cabo creaciones de muy diversa índole.
¿De dónde surge la idea de usar materiales de invernadero para tu trabajo de fin de estudios?
Soy hija de padre agricultor. He crecido en tierra de agricultores. Donde resido, todas las familias trabajan en el sector hortofrutícola. Los invernaderos almerienses y la imagen que proyectan han estado siempre presentes en mis recuerdos, en mi ‘biblioteca’ mental de imágenes.
Siempre he pensado que era un lujo poder tener acceso a alimentos tan buenos de primera mano. Yo he vivido parte de la historia de la transformación del campo almeriense, de pasar del abuso de los fitosanitarios a la transición del control biológico de plagas. Recuerdo cómo mi padre llegaba a casa perjudicado por estas sustancias químicas después de su uso continuado, y el gran cambio que supuso poder combatir las plagas con la ayuda de los insectos beneficiosos para los cultivos y para el ecosistema agrario.
Por otro lado, la imagen de los plásticos volados y atrapados en la vegetación es otra de las estampas que está grabada en mi retina. Y es doloroso ver cómo se convierten, con el paso del tiempo, en parte de la tierra misma o del mar. Quería, desde mi humilde perspectiva, poder acometer esta problemática, reconvirtiendo estos plásticos en otro material de valor.
Los invernaderos almerienses y la imagen que proyectan han estado siempre presentes en mis recuerdos, en mi ‘biblioteca’ mental de imágenes.
A todo esto, se suma que el año 2019 es el que Almería tiene la Capitalidad Gastronómica. Los productos que salen de la agricultura almeriense están más en tendencia que nunca. La nutrición es un tema de interés general gracias a divulgadores como Aitor Sánchez. Pensé que sería bueno retratar, a través de una colección de moda, la importancia de Almería en la historia de los alimentos en los que la población muestra tanta curiosidad.
Esta colección, Agricostura, es también, a mi modo de ver, una manera de expresar lo orgullosa que estoy de pertenecer a una región que está tan llena de riqueza, y esta colección es una forma más de ayudar a poner a Almería donde merece.
¿Qué posibilidades tienen estos materiales?
Desde el punto de vista del diseño de moda, son muchas las posibilidades que ofrecen. Lo importante es trabajar el material atendiendo a su propia naturaleza.
La malla de sombreo, por ejemplo, ha resultado ser uno de los más interesantes. Su textura recuerda al “tweed”, uno de los tejidos más representativos de las siluetas de Chanel. Se puede hacer flecos también, debido a que esta realizado de pequeños filamentos de plástico.
El plástico de cubierta es muy resistente y tiene mucho cuerpo. Se trabaja bien en grandes volúmenes. Con el plástico de acolchado pude realizar una estampación casera que representa las flores de pimiento, calabacín, sandía…
Las mosquiteras, tanto la normal como la anti-trips, recuerdan mucho al tul y tienen ese aspecto etéreo, como de humo. Son muy agradecidas de trabajar y generan volúmenes de aspecto muy orgánico.
Los hilos de rafia se pueden tejer con agujas propias de la lana. También tienen posibilidades para realizar crochet, como el punto de horquilla con el que realicé una pasamanería casera que adorna los contornos. Las grapas, recogidas después de su uso, adornan y recogen la pasamanería en el bolso, por ejemplo.
Esta colección, Agricostura, es también, a mi modo de ver, una manera de expresar lo orgullosa que estoy de pertenecer a una región que está tan llena de riqueza
Los plásticos que han sido recogidos después de su uso, como el de solarización, también pueden ser higienizados y fundidos en varias capas para realizar aplicaciones, como sucede con el ramillete de flores de tomatera.
Estoy segura que estos materiales dan mucho más de lo que yo he llegado a realizar. Es cuestión de seguir experimentando con ellos. La colección no es un proyecto cerrado, es uno en constante evolución.
Si vives en un entorno de invernadero, sabrás que su imagen no está bien vista… Acusan a esta agricultura casi de artificial, que afea el paisaje, casi casi contaminante… ¿Crees que otros usos a los residuos como este enfocado a la moda puede contribuir a mejorar esa imagen?
Entiendo por qué algunas personas pueden encontrar esta agricultura “artificial”. Sin embargo, después de todo lo que he investigado, he llegado a la conclusión de que esta afirmación proviene de un conocimiento parcial.
Es cierto que existe una problemática con la gestión de residuos. Algunos son inaprovechables y difíciles de reasumir en el ciclo de reciclaje, como sucede con los plásticos de solarización. Su nivel de impropios, el hecho de que no sean separados adecuadamente o su pérdida de calidad los convierte en contaminantes. Por eso, mi propuesta recoge la posibilidad de trabajarlos artesanalmente y convertirlos en aplicaciones para tocados o broches, como sucede con el ramillete de tomatera.
En cuanto a que sea una agricultura artificial… Bueno, todo es cuestión de perspectiva. Los alimentos que comemos a día de hoy no tienen nada que ver con sus ancestros, incluso si están cultivados en bio o ecológico. Durante un largo lapso de tiempo, han sido mejorados genéticamente a través de injertos o hibridación. Sin estos descubrimientos, sería muy difícil poder alimentar a la población en constante crecimiento. Descubrir el enarenado del suelo junto con el uso del plástico como elemento protector del cultivo es sólo uno de los pasos más de la evolución necesaria. Y me atrevo a decir que llegaremos incluso más allá con las nuevas técnicas de edición genética y transgénesis, dada la situación que afrontamos debido al cambio climático. Cabe añadir que, gracias al efecto albedo que genera nuestro sistema de cultivo bajo plástico, neutralizamos el calentamiento global en la zona y compensamos parcialmente la huella de carbono total.
¿Qué te inspira?
Lo que encuentro especialmente atractivo de mi profesión es la capacidad de poder contar historias. Veo la moda, más allá de las tendencias del mercado, como un soporte más para hablar de cultura, ciencia, progreso o sostenibilidad.
Me inspira la historia local, las tradiciones regionales y sus costumbres, su propia cosmovisión e indagar en los aspectos económicos, políticos o sociales que ayudan a comprenderla. Existe gran riqueza muy cerca de nosotros. Pero a veces nos cuesta quitarnos el complejo y tendemos a pensar que lo que viene de fuera es más excitante.
Encontrar relaciones entre pasado y presente, lo amplio con lo concreto, lo elevado con lo infravalorado… Toda esta información está más cerca de lo que pensamos, y materializarla en moda es sólo una forma creativa de mostrarla al mundo.
¿Cómo es tu colección? ¿Es prêt-à-porter o responde a un modelo más de Alta Costura?
La colección está dividida en tres fases: pasado, presente y futuro. Las siluetas que las inspiran van desde las clásicas que forjaron diseñadores como Cristóbal Balenciaga, hasta otras mucho más orgánicas y experimentales como las que desarrolla Sybilla. El diseño español es un gran punto de referencia.
La colección está orientada a la Alta Costura. Se trata de piezas únicas, exclusivas, donde todos los acabados quedan ocultos. Se prescinde del uso de remalladora (una máquina que sobrehila los bordes, para que no se deshilache el tejido) en favor del uso de costura francesa o, en su defecto, todo el interior debidamente forrado, que es por lo que se ha optado en este caso. Una gran parte del diseño se realiza a mano, es una producción completamente artesanal.
Me gustaría, incluso, poder explorar biomateriales que sean aplicables a moda, en aras de conseguir una producción incluso más sostenible.
Son muchas las horas de trabajo que hay detrás de la ejecución de cada diseño. Además del tiempo que conlleva realizarlo en sí mismo, el verdadero reto ha residido en la incorporación de estos materiales y, para ello, ha sido necesario experimentar previamente y ver cómo se comportaban, para su posterior incorporación en conjunto con los tejidos.
¿Cuál es tu sueño en el mundo de la moda? Podríamos ver vestidos de estos materiales en París, Madrid, Nueva York…
Sería una gran oportunidad poder aprovechar esas inmensas plataformas de moda para promocionar la gran versatilidad de estos fantásticos materiales. Es maravilloso poder descubrir que hay muchos más recursos con los que trabajar, más allá de ir a una tienda de tejidos. Sin duda, sería una gran oportunidad para poner a Almería en el radar del mapa mundial de la moda.
Por el momento, estoy explorando esta línea, con la que he comenzado a definir lo que creo que podría ser otra forma de hacer moda, ya que no considero este proyecto como algo finiquitado. Me gustaría, incluso, poder explorar biomateriales que sean aplicables a moda, en aras de conseguir una producción incluso más sostenible. Para ello, es bueno poder rodearse de profesionales con otra formación que aporten su perspectiva y su conocimiento. En la transversalidad de disciplinas, se pueden encontrar soluciones muy interesantes que sean capaces de afrontar los problemas del futuro.